Ordenación presbiteral


En la Casa Madrde de las Hijas de la Caridad

Asamblea General

Ordenación diaconal de Nelson, Jason y 6 colombianos.

De Stuardo para la Provincia

|
Estimados cohermanos, espero en Dios estén muy bien de salud, y con su espíritu reconfortado y vivaz.

Después de varios años de silencio (mío), desde que estuve en la filosofía, hoy he decidido escribirles, no sólo para saludarles, sino también para invitarles a reflexionar sobre la realidad que se vive en la provincia.

En primer lugar, se hace necesario recordar que tenemos una vocación que ha sido dada por Dios, que es valiosa en sí misma y que, finalmente, nuestra fidelidad al llamado está dada por la apertura a la gracia.

En segundo lugar, esa vocación nos ha sido dada para realizar una misión específica: seguir a Jesucristo evangelizador de los pobres, en comunidad y toda nuestra vida.

En tercer lugar, ya que nuestra vocación es para la misión comunitaria para, entre y con los pobres, es necesario que revisemos el medio: la comunidad. ¿Qué elementos de la vida comunitaria se han descuidado y por qué? ¿Qué debemos y podemos hacer todos para revitalizar la vida comunitaria? Recordemos que somos sociedad de vida apostólica no comunidad de vida religiosa, lo cual quiere decir que la comunidad tiene que estar bien no con el fin último puesto en sí misma, sino en la misión.

En cuarto lugar, creo que en la provincia nuestra hemos aprendido a no llamar a las cosas por su nombre, a echarle la culpa a lo que se nos presenta enfrente sin ver las raíces de los males. Es como cuando se presenta una persona enferma de hepatitis y el médico observa que los ojos los tiene amarillos y que su piel y orina están igualmente amarillas. El problema no es lo amarillo de los ojos, la piel o la orina. Estos son síntomas de una enfermedad, y el médico, si en verdad quiere curar al enfermo y darle el tratamiento adecuado, no se dedicará a erradicar o curar los síntomas, sino la enfermedad en sí misma. Esto implica hacer un buen coproanálisis, exámenes generales de sangre, etc.
Pregunto, ¿Ya nos hicimos los análisis y exámenes necesarios para descubrir la raíz de nuestra enfermedad? ¿Ya descubrimos sus causas? ¿Nos estamos medicando sin saber que enfermedad tenemos? ¿Será la solución quitarnos los ojos amarillos o utilizar alguna crema sobre la piel para que no se vea amarilla o cerrar los ojos para no ver la orina amarilla?

En cuarto lugar, debemos recordar que somos seres humanos no semi-dioses o dioses, es decir, somos personas y vulnerables por tanto. Toda vulnerabilidad es una realidad humana que nos acompaña en el camino de la vida. Lo peor que puede pasar es no reconocer nuestra propia vulnerabilidad y seguir caminando como si nada me afectara. La vulnerabilidad personal es algo que debe ser integrado y asumido en el caminar, con las herramientas de acompañamiento espiritual, la ayuda psicológico-humana, la vida fraterna, etc. Cualquiera de nosotros ha tenido y tiene los medios necesarios para realizar este proceso: ¿hemos aprovechado los que se nos dieron? ¿estamos aprovechando los que tenemos hoy a nuestro alcance?

En quinto lugar, no sé si sea tan sensato tirarnos los platos unos a otros, o utilizar chivos expiatorios como centros de formación, antiguos formadores, autoridades o entes deliberativos y decisorios, etc. Si queremos chivos expiatorios siempre los encontraremos al alcance.

Finalmente, las nuevas generaciones no podemos sanar heridas heredadas, heridas que llevan otras personas. Lo que si podemos, es evitar seguir hiriendo e invitarles a que se quiten las costras, limpien el pus, ingieran antibiótico si es necesario, se echen agua oxigenada en sus heridas y las ventilen para que sanen bien.

A pesar de todo lo que está sucediendo, sigo teniendo esperanza en ustedes, así como ustedes manifiestan tenerla en las nuevas generaciones. "La higuera que debe dar frutos, ha sido podada y el dueño de la finca esperará a que el viejo tronco retoñe y dé nuevos frutos". San Vicente de Paúl siempre pedía a Dios que, si la C.M. no iba a ser fiel a su vocación-misión, que mejor muriera. Si se ha mantenido con vida, es porque el Espíritu aún aletea, aún sopla en nuestra dirección.

Saludos y un abrazo. Ánimo en el caminar. Que nuestro Dios, corazón del cielo y corazón de la tierra, siga haciendo camino con ustedes y en ustedes.

Carta del Visitador XVII (Junio, 2010)

|
A TODOS MIS AMADOS ESTUDIANTES DE LA PROVINCIA DE AMERÍCA CENTRAL. UN SALUDO DESDE LA CURIA PROVINCIAL, EN ESTE MES DEL VERDADERO AMOR: DEL AMOR DEL CORAZÓN DE CRISTO.
XVII.

En mi última carta con ocasión del año sacerdotal, les animaba y les invitaba a soñar en una nueva provincia de América Central-- que significa soñar con un nuevo misionero vicentino al estilo de Jesús, libre de toda hipoteca-- que refleje que sus miembros con sus diferentes culturas, nacionalidades, pensamientos, actitudes harán posible asumir la petición de Jesús: “Padre que todos sean uno” Jn, 14, 16 y el hermoso testimonio de la unidad eclesial de Monseñor Oscar Arnulfo Romero “Sentir con la Iglesia” y la espiritualidad de San Vicente: “mantengamos este espíritu, si queremos tener entre nosotros la imagen de la Adorable Trinidad , allí está el modelo de nuestra vida” ,éste debe ser mis amados hermanos nuestro parámetro, éste es el mayor reto de la agenda diaria de nuestro recorrido vocacional.
Esta es la lectura diaria de nuestra experiencia de fe, para llegar gozosos un día, consagrados a la misión. ¿Cómo empeñarnos en esto?
Me llamó la atención la primera lectura de la feria del martes 2 de junio, cuando San Pablo, el apóstol que nació, creció y maduró en el surco, curtido de experiencia misionera y desde la experiencia de la cruz: cargado de cadenas y en prisión, ve desde la luz de su fe, en el joven Timoteo, un buen prospecto para el Reino y le aconseja:
“Te invito a que reavives el don de Dios que recibiste por la imposición de mis manos. Dios, no nos dio un espíritu de miedo, sino un espíritu de fortaleza, de amor y de buen juicio” 2 tm. 1, 6-7.
¡Reavives en don de Dios! Esa es la llamada. San Pablo, está en la prisión y es posible que esto asuste al joven discípulo. Siempre un toquecito de la Cruz en nuestras vidas puede provocar, dolor, miedos, y el miedo puede provocar la huída, abandono de la misión y en el caso de Timoteo, abandono de su ministerio. En el contexto de las cartas de San Pablo encontramos este dolor del apóstol, por aquellos que abandonan la fe.
Es inminente, queridos hermanos estudiantes, pedir esta gracia cada día, para no entrar en desilusiones, decepciones, miedos aún en incongruencias, etc y si entramos en ellas, tener un punto de apoyo: Ese espíritu no de miedo, sino de fortaleza, de amor y de buen juicio. Esta es la fuerza de lo alto que todos poseemos, la fuerza, el espíritu de Dios. Esta es la fuerza que proclama el apóstol, en medio de la angustia de la persecución, por su vocación y por el Reino, que le hace exclamar: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” Fil, 4, 13. Esta es la fe, este es el carácter, esta es la lucha, este es el esfuerzo: reavivar el espíritu, el don, de nuestro primer amor vocacional.
En mi carta XV del 19 de marzo, les escribía de los medios que disponemos para prepararnos y ejercer dignamente nuestra misión en plenitud, por la libertad que da el espíritu de Dios. “De su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracias” Jn 1, 16. Y les decía que eso es más que una canasta básica. Más de lo que necesitamos para alimentar y hacer crecer el don de nuestra vocación.
El prototipo de nuestra vocación es Cristo, modelos son todas aquellas mujeres y hombres, santas y santos, que han dado la cara por vivir el evangelio en fidelidad y a quienes debemos imitar. De lo contrario no tuviéramos en la Iglesia más cristianos, catequistas, delegados de la palabra, religiosas, misioneros, sacerdotes, obispos, que son luz para nuestras vidas, y vida y esperanza para los pobres desde la fe. Ellos no se detuvieron en quienes decepcionan y desilusionan, si no en quienes siembran, edifican, construyen, fortalecen, alumbran, con su conducta y su fe. Sabemos que fijarse e imitar a estos no es fácil también hay decepciones y miedos. La misión les resultaba muy escalofriante; por ello necesitaban la fuerza de lo alto: “Cuando venga él, el espíritu de la verdad, los introducirá en la verdad plena. Jn 16. 13.
Más adelante San Pablo invita a Timoteo: “Tu toma como regla la sana doctrina que has oído de mi sobre la fe y el amor que nos corresponden en Cristo Jesús”. 1Tm 1,13.
Querido hermano, tú, toma regla a Cristo: El es la regla de nuestra misión, nos recuerda San Vicente. Fíjate en los santos de la Congregación en el mismo San Vicente, en el Padre Perboyre, en Francisco Regis Clet, en Ghebra Miguel, en Justino de Jacobis, en Federico Ozanam, en fin en todos. Ellos inspiran confianza, amor, constancia, ellos nos alientan y fortalecen en nuestra vocación. Ellos nos hablan con su testimonio. En ellos fíjate. Mi estimado amigo y hermano, en ellos fíjate. “Ellos son, vaso, noble, santo y útil al Señor, apropiados para toda obra buena” 2Tm 21b.
¿Cuánto, quisiera no escandalizarles en nada a ustedes? ¿Como quisiera que germinara ya entre nosotros el punto de apoyo, en el que giráramos todos y llegar a la unidad en la diversidad por el bien de la misión? ¿Cuánto no diera para que todos digamos con San Vicente “Los formandos son los ojos de la Congregación”?.
Les invito “reaviven el espíritu de su primer amor vocacional,
eso les fortalecerá.”
En el centenario de nuestros fundadores y en el jubileo del año sacerdotal.

P. José Francisco Ramos. Cm.
Jueves 3 de junio de 2010