Ordenación presbiteral


En la Casa Madrde de las Hijas de la Caridad

Asamblea General

Ordenación diaconal de Nelson, Jason y 6 colombianos.

Mensaje del Provincial a los estudiantes (Nov./2008)

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A TODOS LOS HERMANOS ESTUDIANTES DE LA PROVINCIA DE AMERICA CENTRAL, UN SALUDO FRATERNAL Y MARIANO
BAJO LA MIRADA DE LA MEDALLA MILAGROSA.

--VI--

Queridos hermanos estudiantes, nuevamente me dirijo a ustedes, en este mes mariano, es mariano para el corazón y el espíritu de la familia Vicentina, para las antiguas y las nuevas generaciones de FAVI en el mundo.

En la última comunicación, les recordaba la necesidad de escuchar a Jesús y de dejar todo miedo y REMAR MAR ADENTRO, porque solamente desde la profundidad de su amor, es que podemos conocer la infinitud de aquel que nos ha llamado y orientar así, las velas de nuestra barca vocacional hacia la cumbre vicentina de nuestra amada Provincia.

Me alegro con aquellos que ya han terminado una etapa de formación y entran a una nueva etapa, o terminan un año de formación y pasan al año inmediato, con quien termina su formación inicial, con quienes ya se han incorporado o se incorporaran luego a la C.M. Que grande responsabilidad con Cristo, con la misión con los pobres, es saber aprovechar bien el tiempo para una buena y sana formación sacerdotal.

El nuevo documento latinoamericano de Aparecida, nos recuerda la condición del discípulo en su relación con Cristo “El discípulo es alguien apasionado por Cristo a quien reconoce como el maestro que lo conduce y acompaña. La Vocación de ser discípulo hoy, requiere una clara y decidida opción por la formación, cualquiera que sea la función a desempeñar”. ¿Formación para que? Escuchemos : “ La misión principal de la formación es ayudar a los miembros de la Iglesia a encontrarse siempre con Cristo y así reconocer , acoger, interiorizar y desarrollar la experiencia y los valores que constituyen la propia identidad y misión cristiana en el mundo” N. 279.

La formación es un proceso --continua el documento-- y a ese proceso debemos tender con alegría, esperanza, luces y con un proyecto de fe, que se desarrolla en cinco aspectos:
a)El Encuentro con Cristo.
b)La Conversión.
c)El discipulado.
d)La Comunión.
e)La misión.

Estos aspectos de Aparecida, no son ajenos a nuestra condición de Vicentinos, más bien, son un reto diario a perfilarnos cada día y tomar muy a pecho lo que el proyecto de formación provincial, dice de ese gozne de la formación, que es el eje vicentino para la formación de los nuestros en nuestra provincia y sobre el que debe girar todo proyecto vocacional, personal, comunitario y provincial.

La identificación con Cristo debe ser total, donde no puede caber otra ruta, otro esquema, otro modelo de formación y misión. Todo ello querido jóvenes, nos lleva a pensar cuanta razón tenía San Vicente, en aquella Conferencia “ Acuérdese, Padre, de que vivimos en Jesucristo por la muerte de Jesucristo, y que nuestra vida tiene que estar oculta en Jesucristo y llena de Jesucristo y que para morir como Jesucristo hay que vivir como Jesucristo” T. I.320. Creo, amados jóvenes, que los cinco aspectos que presenta el Documento de aparecida, vienen a confirmar lo que somos y queremos ser y a invitarnos a que conjuguemos todos esos verbos que expone San Vicente en el texto anterior, para orientar bien, nuestro proyecto y acción hacia Jesús, en quien somos, nos movemos y existimos.

Una formación puede ser académicamente muy científica de acuerdo a las requerimientos de las ciencias requeridas y es necesaria para el estado sacerdotal pero, para que ese marco formativo sea completo, es necesario inyectar e imprimir en el corazón y espíritu del formando un perfil mariano y éste debe estar abierto para ver y aceptar a maría como madre, formadora, modelo de fe, pureza, entrega y de fidelidad al reino de Dios, desde Nazareth hasta el Calvario. Su Fiat, debe ser nuestro fiat.

Es que María no solamente fue madre, también educadora y formadora del sumo y eterno sacerdote: JESUS, y es que desde la Cruz, sigue siendo no solamente la madre de la humanidad redimida, sino también, continúa, formando el corazón de los jóvenes llamados a ser ALTHER CRHISTUS, otros Cristos, otros hijos suyos en el sacerdocio ministerial, de allí que no desdeña en seguir formando y modelando el corazón de los nuevos sacerdotes, a quienes ama y protege como a sus verdaderos hijos.

La formación académica, espiritual, moral, humana, psicológica, etc, nos es dada en virtud del llamado recibido: “Vengan y lo verán” “ Llamó a los que el quiso” etc, etc, etc, para que formándonos, lleguemos a ser verdaderos discípulos apasionados por Cristo, como nos recuerda el Documentos.

Creo, firmemente que MARIA DE NAZARETH, fue la primera discípula, la madre apasionada por el proyecto de Dios, que es igual decir, apasionada por su hijo, por su palabra y aun sin conocerlo por el proyecto de su cruz y a quien siguió desde Nazareth hasta el Calvario. La clave de su fidelidad estuvo en que renunció a su proyecto personal para convertirse en LA ESCLAVA DEL SEÑOR. San Vicente, también renunció a sus proyectos personales. ¿Cuánto apostaría San Vicente, por que purifiquemos nuestros proyectos con sencillez y humildad?

San Vicente, dice a aquellas mujeres que se comprometen en Chatillón al ejercicio de la caridad en aquel 8 de diciembre de 1617: “Ninguna obra que se ponga bajo el patrocinio de la Virgen María es imposible que fracase”.

Con la humildad que debe caracterizarnos como Vicentinos, con el propósito de hacer de la formación una escuela hacia el verdadero discipulado, con la intención cada día de vaciarnos de nosotros mismos para llenarnos de Dios, como nos pide San Vicente y con la certeza que no fracasara nuestro proyecto vocacional misionero y vicentino, si lo ponemos en manos de María Madre, preparémonos para celebrar este año y siempre, la solemnidad de la MEDALLA MILAGROSA madre de la pequeña compañía, consagrándole lo que somos y lo que debemos ser como vicentinos. OH MARÍA SIN PECADO CONCEBIDA, RUEGA POR NOSOTROS QUE RECURRIMOS A TI.

P. José Francisco Ramos. Cm.
Noviembre 2008 de la Santa Medalla.

La Navidad, tiempo de la Misericorida de Dios

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Por P. Lucho c.m.
Para la Familia Vicentina

Hemos entrado en un tiempo litúrgico, en que la misericordia de Dios se hace tan evidente como en otros tiempos que la Iglesia nos ofrece, para volver nuestra condición humana y cristiana hacia Dios. La Navidad es uno de esos tiempos en que se evidencia la misericordia de Dios. Nos referimos a una navidad no comercial ni comercializadora, sino la natividad del Hijo de Dios.
Los nacimientos, los adornos, las luces, los símbolos, las ceremonias, los gestos, las expresiones de solidaridad, los encuentros familiares, los ágapes, etc., nos recuerdan cuán grande es el Señor para con nosotros. Por tanto, es un tiempo de gracia sobre gracia. Tiempo que nos recuerda la fragilidad, la fortaleza humana y divina de cada ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios.
Además, suele suceder que éste tiempo de preparación para la Navidad sea utilizado para evaluar proyectos, actividades realizadas, festejar o aplaudir los éxitos alcanzados en las obras, en el grupo; sin embargo, hay algunos temas que continúan siendo como una piedra de tropiezo, una espina que incomoda, nos cuestionan e interpelan en lo más profundo de nuestra vocación cristiana y aún más, como miembros de la Familia Vicentina. De hecho, no podemos olvidar o relativizar éstos temas en estos tiempos. Se trata del incremento de la violencia, la impunidad, las muertes extrajudiciales, las extorsiones en todos los niveles, el juego de poder en que constantemente nos vemos tentados o amenazados, el crimen organizado, los actos de injusticias social, la marginación o exclusión en que vivimos, negando la vida, la libertad y el derecho del bien común, explotación del medio ambiente, entre otros. Son apenas algunos temas en donde se constata la vida amenazada, aterrorizada por unos cuantos, sin Dios y sin misericordia.
Como Familia Vicentina, que creemos en la vida plena, en la integración y promoción social e integral de todo ser humano y de su medio ambiente, estamos llamados a no descuidar estos temas sobre todo, si amenazan la condición humana de los más pobres, a estar vigilantes y no confundirnos en medio de la aparente abundancia o de la opulencia en que se sumergen algunos, mientras otros sufren de frío o mueren de hambre, aniquilando el verdadero espíritu de la misericordia de Dios, manifestado en la navidad de Jesús, el pobre de Belén. Como Familia Vicentina, estamos llamados permanentemente a convertir nuestras “acciones humanas en acciones de Dios” decía San Vicente. En obras de liberación, para la transformación de “personas nuevas, en comunidades nuevas, para una nueva sociedad”. Si con nuestras acciones y labores intentamos que estén presentes éstos sentimientos, luego, entonces, estaremos creando en éste tiempo, el “clima de Dios”, llamado Navidad.

FELIZ NAVIDAD EN JESÚS, EL POBRE DE BELÉN,
Y VENTUROSO AÑO 2009.



Adviento 2008. Curia General

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CONGREGACIÓN DE LA MISSIÓN
CURIA GENERAL

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Adviento 2008


A todos los miembros de la Familia Vicenciana

Queridos Hermanos y Hermanas,

La gracia y la paz de Nuestro Señor Jesucristo llenen sus corazones ahora y siempre.

“Y no había lugar para ellos.”

Este título está tomado del evangelio de San Lucas, capítulo 2 versículo 7, tan familiar para todos nosotros. Se proclama en la misa de medianoche de Navidad. Este Adviento, queridos Hermanos y Hermanas, me gustaría reflexionar sobre este pensamiento de que no había lugar para ellos, lugar para los demás. No había lugar. Se deja fuera a aquellos de los que no se preocupa nadie: los rechazados. Jesús mismo nació en esta situación y la experimentó a lo largo de toda su vida, hasta el final, cuando murió rechazado, como un criminal, en una cruz.

Jesús, especialmente en el evangelio de Lucas, muestra su solidaridad con los rechazados y con los marginados. En su tiempo eso eran los leprosos: rechazados, maltratados, ridiculizados. El Adviento, hermanos y hermanas, nos da la oportunidad de reflexionar seriamente sobre qué somos nosotros como discípulos de Jesús. Él nos ha llamado a seguirle, pero no de lejos, a su sombra. Nos ha llamado a seguirle pegados a sus talones, es decir, tan cerca que experimentemos el espíritu que le movió a Él a hacer la voluntad del Padre.

Este Adviento quiero recalcar la voluntad de salir de nosotros mismos para acercarnos a los olvidados, a los rechazados, a aquellos a los que no se les deja lugar. Siendo formador en la misión de Panamá, como superior, solía dar a los cohermanos panameños la oportunidad de pasar unos días con su familia durante el tiempo de Navidad, aprovechando el hecho de que los estudiantes estaban también de vacaciones. Solía entonces participar en las responsabilidades pastorales: tres o cuatro misas cada día durante la semana de Navidad. Verdaderamente, sentía la ausencia de los seminaristas y de los Formadores. Sentía la soledad.

Durante unos cuantos años, en este tiempo, me juntaba con bastantes personas. Una de estas era un prisionero encarcelado por tráfico de drogas pero que tenía permiso para pasar los fines de semana con nosotros haciendo un servicio social como recompensa por su buena conducta en la cárcel. Había también un jinete profesional joven que se había visto obligado a abandonar su país y su familia implicado seriamente en operaciones ilegales. Había también una joven que vivía en el interior del país de Panamá, pero que, por su trabajo, no podía viajar para pasar estos días con su familia.

La víspera de Navidad, nos reuníamos con ellos y con algunos otros. Teníamos primero una Eucaristía y después volvíamos a casa para preparar la comida que compartíamos con la gente de la calle de nuestro barrio. Después solíamos cantar algunos villancicos. Ellos bailaban y se divertían para celebrar regocijados que Jesús había nacido en sus vidas.

Hermanos y Hermanas, al prepararnos para recibir más íntimamente a Cristo en estas fechas, me gustaría pedirles que consideren qué espacio van a ceder a los que no tienen lugar.

En mis últimas visitas a la Familia Vicenciana por el mundo, me he sentido sacudido, abrumado estaría mejor, por la situación de los marginados y de los rechazados. Mi primera experiencia fue en Madagascar. Hay una tribu que ha sido rechazada por la sociedad durante más de 500 años. Son los considerados por el resto de la sociedad como “perros” como me dijo uno de los misioneros. Uno de nuestros cohermanos franceses fue precisamente el que les mostró su solidaridad yéndose a vivir con ellos, compartiendo con la tribu su vida y su comida. Según me aseguran, él les dijo: “mirad, yo también soy un perro”. Hoy, la Familia Vicenciana y en particular otro cohermano de la misión de Madagascar, está trabajando con los hijos de los descastados para integrarlos poco a poco en la sociedad. No es una tarea fácil. Nadie quiere hablar de los excluidos. Nadie quiere admitir siquiera que existe ese problema.

En mi experiencia en el Congo, aprendí bastante sobre las tribus de descastados que viven allí, los pigmeos: viven solamente para servir a los demás. Ellos mismos se esclavizan. Piensan que ese es su destino. Viven en las afueras de las poblaciones; se mantienen a distancia del resto de la gente. Cuando uno se encuentra con ellos, bajan la cabeza.

Recientemente, leí el sumario de la Tesis de uno de nuestros cohermanos Nigerianos que trata de una tribu descastada, los Osu. La discriminación por parte de la gente de su propio país es increíble.

Me ha hecho pensar y reflexionar: no es justo que semejante discriminación ocurra en ciertos países. En todas nuestras sociedades hay descastados, que están marginados. Relacionarse con ellos se considera un tabú. Son aquellos para los que no hay lugar.

Las distintas formas de discriminación, el rechazo de unos contra otros es una forma de racismo. El racismo en sí mismo es una manifestación de miedo a lo desconocido, miedo a los que son distintos. Se manifiesta en prácticas intencionadas o en procesos espontáneos hacia otros grupos sociales como consecuencia de actitudes negativas.

Desde muy temprano, todos vamos formando prejuicios condicionados por nuestra cultura. Solamente podemos superarlos al aparecer nuestra conciencia. Necesitamos conocer a los demás dejando nuestros miedos a un lado. Con frecuencia se trata a la gente de una forma inhumana, cruel y degradante simplemente por ser diferente.

Estas son las mayores dificultades con las que se encuentran los inmigrantes por todo el mundo. Recientemente leí un informe relacionado con la discriminación de los inmigrantes en Libya y la de los filipinos en varios países. Esta clase de racismo o discriminación, con frecuencia se usa para legitimar distintas formas de esclavitud o explotación acompañada, a veces, incluso de violencia. Tenemos que reconocer que el racismo en sí mismo es más que un simple sentirse superior racialmente. Es una estructura de dominación social, política y económica. Como cristianos creemos en el amor universal de Dios. No podemos permitir o tolerar estas formas de exclusión o de discriminación.

Pido y espero que este Adviento pueda ayudarnos a profundizar nuestro compromiso de seguidores de Jesucristo evangelizador y servidor de los pobres, particularmente de los abandonados, los descastados y los marginados. Afortunadamente, de una forma u otra, podemos compartir su soledad, su exclusión y su humillación cuando son considerados menos que los demás. Y sintiendo nuestra solidaridad con ellos, podemos vivir juntos el significado de Navidad más unidos a Él que nació en un mundo en el que no le habían dejado lugar.

Hoy Cristo continúa naciendo en la misma situación y nos ha convocado a nosotros para seguir sus huellas de cerca haciéndonos uno con los olvidados, los abandonados, los aíslados, los descastados, los excluídos.

En mi última visita a un campo de refugiados de Tailandia, los jóvenes me dirigieron esta súplica que considero válida para todos nosotros: “Manténganos presentes en sus oraciones, Padre. No nos olvide o nos abandone como lo han hecho otros”.

El tema de aquellos para los que no hay lugar, hermanos y hermanas, es de mucha importancia, tanta que yo la voy a seguir meditando a lo largo de todo el año, particularmente en la conferencia de Cuaresma como preparación para la celebración de la resurrección de Jesucristo príncipe universal de la paz.

Que María, la madre de Dios y madre nuestra, nos guíe suavemente a conformar nuestras vidas con la de su Hijo.

“... y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo colocó en el pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada.” Lucas 2:7


Su hermano de San Vicente


G. Gregory Gay C.M.
Superior General